EUROPA
PRESS
8 febrero
2022
¿Dormir
adelgaza? Este estudio afirma que sí
En un ensayo clínico aleatorizado, los
adultos con sobrepeso que aumentaron la duración del sueño nocturno en
aproximadamente una hora redujeron su ingesta calórica diaria en un promedio de
270 kcal, lo que condujo a la pérdida de peso con el tiempo, según publican sus
autores en la revista 'JAMA Internal Medicine'.
Entender las causas subyacentes de la obesidad y cómo
prevenirla es la mejor manera de luchar contra la epidemia de obesidad, según
la doctora Esra Tasali,
directora del Centro del Sueño de la Universidad de Chicago (Estados Unidos).
"La actual epidemia de obesidad, según los expertos, se explica sobre todo
por el aumento de la ingesta de calorías, más que por la falta de
ejercicio", señala.
Ahora, este nuevo estudio sobre el modo en que dormir lo
suficiente afecta a la ingesta de calorías en un entorno real podría cambiar
nuestra forma de pensar sobre la pérdida de peso.
En su ensayo clínico aleatorio con 80 adultos, Tasali y sus colegas de la UChicago
y la Universidad de Wisconsin-Madison descubrieron que los adultos jóvenes con
sobrepeso que habitualmente dormían menos de 6,5 horas por noche eran capaces
de aumentar la duración de su sueño en una media de 1,2 horas por noche tras
una sesión de asesoramiento personalizado sobre higiene del sueño.
La intervención sobre el sueño tenía como objetivo ampliar
la duración del tiempo en la cama a 8,5 horas, y el aumento de la duración del
sueño en comparación con los controles también redujo la ingesta calórica
general de los participantes en una media de 270 kcal (calorías) al día.
"A lo largo de los años, nosotros y otros hemos
demostrado que la restricción del sueño tiene un efecto sobre la regulación del
apetito que conduce a un aumento de la ingesta de alimentos y, por lo tanto,
pone en riesgo de aumento de peso con el tiempo, explica Tasali.
Más recientemente, la pregunta que todo el mundo se hacía era: "Bueno, si
esto es lo que ocurre con la pérdida de sueño, ¿podemos prolongar el sueño y
revertir algunos de estos resultados adversos?".
El nuevo estudio no sólo examina los efectos de la
prolongación del sueño sobre la ingesta calórica, sino que, lo que es más
importante, lo hace en un entorno real, sin manipulación ni control de los
hábitos alimentarios de los participantes. Los participantes durmieron en sus
propias camas, hicieron un seguimiento de su sueño con dispositivos portátiles
y, por lo demás, siguieron su estilo de vida normal sin ninguna instrucción
sobre la dieta o el ejercicio.
"La mayoría de los demás estudios sobre este tema en
laboratorio son de corta duración, de un par de días, y la ingesta de alimentos
se mide por la cantidad que los participantes consumen de una dieta ofrecida,
apunta Tasali. En nuestro estudio, sólo manipulamos
el sueño, e hicimos que los participantes comieran lo que quisieran, sin
registrar los alimentos ni nada para hacer un seguimiento de su nutrición por
sí mismos".
En cambio, para hacer un seguimiento objetivo de la ingesta
calórica de los participantes, los investigadores se basaron en el método del
"agua doblemente etiquetada" y en el cambio de las reservas de
energía.
Esta prueba basada en la orina consiste en que una persona
beba agua en la que los átomos de hidrógeno y oxígeno han sido sustituidos por
isótopos estables menos comunes, pero de origen natural, que son fáciles de
rastrear.
El autor principal del estudio, el doctor Dale A. Schoeller, profesor emérito de Ciencias de la Nutrición de
la UW-Madison, fue el primero en utilizar esta técnica en humanos. "Se
considera el estándar de oro para medir objetivamente el gasto energético
diario en un entorno real que no sea de laboratorio, y ha cambiado la forma en
que se estudia la obesidad humana", señala Schoeller.
En general, los individuos que aumentaron la duración del
sueño pudieron reducir su consumo de calorías en una media de 270 kcal al día,
lo que se traduciría en una pérdida de peso de unos 12 kg, o 26 libras, en tres
años si los efectos se mantuvieran a largo plazo.
Quizá el aspecto más sorprendente del estudio fue la
sencillez de la intervención. "Vimos que, tras una sola sesión de
asesoramiento sobre el sueño, los participantes podían cambiar sus hábitos a la
hora de dormir lo suficiente como para aumentar la duración del sueño", resalta
Tasali.
"Simplemente asesoramos a cada individuo sobre una
buena higiene del sueño, y discutimos sus propios entornos de sueño personales,
proporcionando consejos personalizados sobre los cambios que podrían hacer para
mejorar la duración de su sueño", añade.
Aunque el estudio no evaluó sistemáticamente los factores
que podrían haber influido en el comportamiento del
sueño, "limitar el uso de dispositivos electrónicos antes de acostarse
apareció como una intervención clave", subraya Tasali.
Tras una sola sesión de asesoramiento, los participantes
aumentaron la duración media del sueño en más de una hora por noche. A pesar de
que no se prescribió ningún otro cambio en el estilo de vida, la mayoría de los
participantes redujeron en gran medida la cantidad que comían, y algunos de
ellos llegaron a ingerir hasta 500 calorías menos al día.
Los sujetos sólo participaron en el estudio durante un total
de cuatro semanas, dos de las cuales sirvieron para recopilar información de
referencia sobre el sueño y la ingesta
de calorías, seguidas de dos semanas para controlar los efectos de la intervención
sobre el sueño.
"Este no fue un estudio de pérdida de peso, precisa Tasali. Pero incluso en sólo dos semanas, hemos
cuantificado las pruebas que muestran una disminución de la ingesta calórica y
un balance energético negativo: la ingesta calórica es menor que las calorías
quemadas. Si los hábitos de sueño saludables se mantienen durante más tiempo,
esto llevaría a una pérdida de peso clínicamente importante con el tiempo.
Mucha gente se esfuerza por encontrar formas de disminuir su consumo de
calorías para perder peso; pues bien, sólo durmiendo más, podría reducirlo
sustancialmente".
En última instancia, Tasali y su
equipo esperan examinar los mecanismos subyacentes que pueden explicar estos
resultados, y creen que este trabajo debería estimular nuevos estudios más
amplios sobre el control del peso para determinar si la ampliación del sueño
puede apoyar los programas de pérdida de peso y ayudar a prevenir o revertir la
obesidad.
"En nuestro trabajo anterior, entendimos que el sueño
es importante para la regulación del apetito, recuerda Tasali.
Ahora hemos demostrado que en la vida real, sin hacer ningún otro cambio en el
estilo de vida, se puede prolongar el sueño y comer menos calorías. Esto podría
ayudar mucho a las personas que intentan perder peso".", ha señalado.